Cayetana y el perdón
Cayetana Álvarez de Toledo, exdiputada del PP y directora del área internacional de la Fundación FAES, es una mujer a la que, con independencia de su ideología, le presupongo cierta altura intelectual.
Por eso, imagino que ayer se enajenó cuando escribió, en su cuenta de Twitter, lo siguiente: Mi hija de 6 años: «Mamá, el traje de Gaspar no es de verdad.» No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás.
El tuit es de las 12.09 horas del 5 de enero de 2016 y menos de un día después acumulaba más de 8.000 retuits. Podemos es una formación política muy experimentada en redes sociales y supo en este caso darle la vuelta a la polémica que la exdiputada popular pretendía alimentar, ridiculizándola con memes y frases que reducían al absurdo su reflexión.
Esta airada, exagerada y probablemente extemporánea reacción de Álvarez de Toledo me ha hecho pensar no solo que los trajes eran efectivamente un adefesio, no solo que la utilización política de un acto festivo como una cabalgata de Reyes Magos raya en lo absurdo, sino también en lo fácil que es destrozar una reputación digital por un momento de verborrea.
El 6 de enero de 2016, los primeros resultados de la búsqueda en Google de Cayetana Álvarez de Toledo se refieren ya a esta polémica, en lugar de a su currículum vítae o a otros aspectos de su trayectoria. ¿Y todo por qué? Por no saber callarse a tiempo.
Twitter es una red social sumamente útil, pero también entraña sus peligros. Tener al alcance de la mano, en nuestro teléfono, una ventanita al mundo en la que podemos desahogarnos en menos de 140 caracteres alienta nuestra vanidad y nuestra locuacidad.
No todo lo que se nos pasa por la cabeza, no todo lo que comentamos con nuestra familia, no todo lo que diríamos en la barra de un bar merece ser escrito y preservado para la posteridad. El concejal de Podemos en Madrid Guillermo Zapata o la escritora y diputada Marta Rivera de la Cruz (por poner solamente dos ejemplos políticos recientes) han sufrido dolores de cabeza por hablar en Twitter más de lo conveniente y con menos gusto del deseado. Una cosa es la espontaneidad y otra la mala cabeza.
El coach y experto en Twitter Yoriento resumió en un tuit hace casi dos años las preguntas que uno debe responderse a sí mismo antes de lanzar un tuit: «¿Mejorará tu vida personal o profesional? ¿Es útil, interesante o divertido? ¿Querrías leer ese tuit?».
Probablemente, Cayetana Álvarez de Toledo no se hizo ninguna de estas preguntas cuando, indignada, lanzó urbi et orbe su ya famosa frase. No sé si ya habrá reflexionado y contemplará como posibilidad ‘perdonar’ a Manuela Carmena por vestir en camisón al rey Gaspar (como escribió Carlos Hidalgo en su cuenta de Twitter), pero está claro que a ella misma sí le va a costar bastante esfuerzo encontrar el perdón, en este caso referido a borrar el rastro de guasa que ha dejado su desahogo en Internet.