Aprender a perder (o de qué hablo cuando hablo de correr)
«Correr es aprender a perder». La frase es de Haruki Murakami y pertenece al libro ‘De qué hablo cuando hablo de correr’. No será la obra por la que le den -si es que lo consigue- su anhelado Premio Nobel, pero he considerado que es una buena lectura para motivarme ante mi primera media maratón.
Me ha gustado mucho ese concepto de «aprender a perder» al que alude Murakami, porque, en definitiva, la inmensísima mayoría de las personas que sacrificamos horas de sueño y de ocio en esa mezcla de deporte, desgaste y vicio que es correr somos conscientes de que casi siempre acabamos perdiendo. Y, aun así, repetimos.
Cada uno tiene sus motivos para correr. Como Murakami, yo empecé ya cerca de la treintena y con una profesión sedentaria. Todavía salir a correr no se llamaba running y no era una moda tan extendida como en los últimos años.
Si tuviera que hacer un balance de estos años, ahora que voy a correr mi primera media maratón -me ha costado decidirme-, diría que correr es un ejercicio de sana humildad, que nos enfrenta a nuestras limitaciones, en el que nuestro cuerpo se queja de nuestros excesos y en el que, solamente a veces, se encuentra el placer de superarse a uno mismo, de haber conseguido un nuevo objetivo. Es decir, de ganar.
Correr me ha enseñado, además, a mirar con otros ojos mi ciudad, descubriendo caminos que me eran poco accesibles al pasear y que ahora se me abren como pistas de entrenamiento. Y me ha hecho ver también otras ciudades desde una nueva perspectiva: corriendo por el Central Park de Nueva York, por el Retiro de Madrid, por la Barceloneta, por el Vondelpark de Amsterdam o por el parque Ueno de Tokio olvidé que era turista y me sentí igual que las decenas de lugareños que, como yo, competían contra sí mismos, contra su pereza y contra sus achaques, para encontrar el íntimo placer de la superación personal.
El próximo domingo, en menos de una semana, correré mi primera media maratón. Si la termino, ganaré, aunque solo supere al coche escoba.