Las peores (mejores) películas románticas

A Carmen Jiménez (Sevilla Cinéfila), que me enseñó a amar el cine y a revisar sus mitos.

14 de febrero de 2016. San Valentín. Once mujeres asesinadas por violencia de género en lo que va de año en España. Las emisoras de radiofórmula emiten machaconamente, como uno de los éxitos del momento, una canción en la que el cantante critica a una mujer por su ambigüedad sexual: «Dime cuál es tu plan. No es culpa mía si me porto mal». Muchas adolescentes -y no tan adolescentes- suspiran por el personaje del tal Christian Gray, un sádico maltratador que finalmente se redime por el amor.

Con estos mimbres, no es de extrañar que instituciones como la Junta de Andalucía quieran evidenciar las conductas de riesgo que se esconden entre los mitos del amor romántico. Esa campaña y esta fecha tan entrañable para el romance me han hecho pensar en algunas de mis películas favoritas y preguntarme si resisten una visión crítica de género. Aquí está lo que he encontrado (ojo, contiene spoilers):

  • Encadenados, de Alfred Hitchcock.

La irresistible química de la pareja Ingrid Bergman-Cary Grant en su máximo esplendor (como ejemplo, la mítica escena del beso), en una historia con todos los ingredientes de Hicthcock (incluido, claro está, un MacGuffin). Intriga, romanticismo y final feliz pero, ¿a qué precio?

El personaje de Cary Grant es uno de los galanes más nocivos de la historia del cine. Censura a Ingrid Bergman desde el primer momento (su pecado es comportarse como una mujer libre), la coloca en una situación de peligro cierto (de él parte el encargo) y la abandona por celos hasta que está a punto de morir.

  • Jane Eyre, de Robert Stevenson

Un hombre de carácter endiablado tiene a su mujer, enferma mental, encerrada durante años en un torreón de su mansión. El caso ocuparía hoy las secciones de sucesos pero se da la circunstancia de que en la novela de Charlotte Bronte y en sus sucesivas versiones cinematográficas (yo me quedo con ésta por Joan Fontaine, Orson Welles y una fugaz Elizabeth Taylor) él es el héroe romántico y el matrimonio su condena… Menos mal que se enamora de la institutriz de su hija y que un fuego purificador viene a solucionar las cosas… Y menos mal también que Jean Rhys nos mostró la otra cara de la moneda en Ancho mar de los Sargazos.

Jane-Eyre

  • Lo que el viento se llevó, de Víctor Fleming, George Cukor y Sam Wood

A Escarlata O’Hara se le puede reprochar que se beneficie de un sistema esclavista injusto y que se sitúe en el bando equivocado de una guerra, pero su pecado en esta película-río (cuántas tardes viéndola entera o por fragmentos en sus reposiciones televisivas) es que quiera ser libre.

O’Hara no se casa con el hombre al que ama porque escoge a una mujer más tradicional y sumisa. Sin negar que el personaje de Vivien Leigh pueda resultar antipático y cometer algunos errores, también es cierto que sabe sobreponerse a las circunstancias, aplicar cierto sentido pragmático a su existencia e incluso cuidar de la esposa de su gran amor. Nada de eso le vale, sin embargo, para evitar el portazo final de Clark Gable:

  • Manhattan, de Woody Allen

Una banda sonora maravillosa, una película evocadora, una ciudad retratada como nunca la habíamos visto, una Diane Keaton maravillosamente moderna en su indumentaria (aunque ciertamente ridiculizada por algunos aspectos de su forma de ser) y un cuarentón Woody Allen que convive sin complejos con una menor de edad (el personaje de Mariel Hemingway tiene 17 añitos) a la que corta las alas. ¿Alguien da más? Sí: un tratamiento misógino del lesbianismo en la nueva pareja construida por Meryl Streep, que interpreta a la exmujer de Allen.

  • Historias de Philadelphia, de George Cukor

Redoble final, que termina la fiesta. Un exmarido con problemas con el alcohol y al que se le ha ‘ido la mano’ con su mujer en más de una ocasión, tal y como se deja entrever en la película, vuelve arropado por su antigua familia política para recuperar a su exesposa, que está a punto de casarse con otro hombre. «Yo te dejé más libertad», se justifica en la escena que pueden ver mas arriba; «yo no necesito libertad», le responde ella. El encanto de Cary Grant y la belleza indómita de Katherine Hepburn camuflan el mensaje repugnante.

P.S.: Éstos son solo cinco de mis ejemplos. Seguro que ustedes piensan los suyos… Feliz San Valentín.

 

Un Comentario

  1. Taite Cortés

    Soy fan incondicional de “Lo que el viento se llevó” y muero en Rhett, el hombre que quiere a Scarlet con todas sus ansias de libertad, todo su atrevimiento, sus caprichos, su complejidad; sin atosigar, sin convencionalismos (bastante teniendo en cuenta la época en la que está ambientada). Lástima que el descubrimiento de que no se trataba de amor romántico lo que iba buscando llegara prácticamente en la escena final de la película. Fantástico post, Vita.

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