La manada
Las chicas quieren ser libres y felices. Disfrutar su juventud, salir por la noche, ir a ferias o a conciertos, tener amigos… Igual que los chicos, ni más ni menos. Son momentos en los que la vida adulta está por estrenar y todo se antoja nuevo y excitante.
Me he acordado mucho de esa etapa vital en los últimos meses, tras la terrible violación cometida por cinco sujetos en los últimos sanfermines. Ella, la víctima, es muy joven. Seguramente ahorró para poder ir a Pamplona. Es una fiesta tan conocida que le haría mucha ilusión. Iba a dormir en un coche con un amigo; a esas edades el sueño es más una pérdida de tiempo que una necesidad.
Los tipos que la violaron compartían un chat de whatsapp llamado «Manada». Efectivamente, ella tuvo la desgracia de cruzarse con unos lobos.
La violaron, la grabaron, lo comentaron con sus amigos (otros lobos, ninguno se apiadó de ella, siquiera en la distancia). Le robaron el móvil para que no pudiera llamar a nadie. Y, cuando fueron detenidos, pusieron en duda su relato de los hechos.
Estos días he vuelto a acordarme de esa chica, que volvió de Pamplona con su juventud rota, al saber que esa manada de lobos había abusado de otra joven meses atrás en Córdoba. La drogaron, grabaron las vejaciones y comentaron también los hechos en su chat de estercolero. Llegaron a hacer chistes con que si su víctima estaba «en coma» o «muerta».
Toda mujer -y enfatizo en las jóvenes porque son las más expuestas a esos lobos- tiene derecho a ser libre. A vivir su vida como le parezca. A decir ‘sí’ si quiere y ‘no’ si no le apetece. A volver sola a casa por la noche sin miedo a ser agredida. A ser tratada, en fin, como lo que es, como lo que somos: libres e iguales.
Que caiga sobre la manada todo el peso de la ley. Que nunca más se crucen en el camino de ninguna chica. Que no puedan robarle la libertad a nadie más y que paguen con la suya por todo el daño que han hecho.